
Autoras: Victoria Argüello, María Guadalupe Durio, Malena Soledad Gil, Ludmilla López Zartmann.
ABSTRACT
El presente ensayo, titulado “El sentido de pertenencia como motor de rendimiento del equipo de hockey de la UNCuyo” aborda el análisis de un equipo de hockey femenino de la Ciudad de Mendoza compuesto por adolescentes.
En este se analiza la manera en la que el deporte colectivo impacta no solamente a nivel físico sino también en el crecimiento personal y social de cada una de sus integrantes. Teniendo en cuenta además, que en la etapa de la adolescencia las dinámicas grupales en el contexto deportivo son esenciales para inculcar valores de empatía, trabajo en equipo colaborativo y solidaridad.
La hipótesis de la cual se plantea el trabajo es el sentido de pertenencia generado dentro del equipo de hockey de la 7ma división del club UNCuyo contribuye significativamente al rendimiento del grupo, tanto en su cohesión social como en su desempeño deportivo.
A partir de los aportes teóricos de Edgar H. Schein y Telma Barreiro, se analizarán aspectos como la definición de grupo, la competencia entre equipos y la construcción de un clima grupal saludable. Además, se explorará cómo las dinámicas de este equipo fomentan un sentido de pertenencia y contribuyen al desarrollo de valores sociales esenciales.

DESARROLLO
El grupo seleccionado para llevar a cabo el siguiente ensayo es el equipo de hockey de la 7ma división del club Universidad Nacional de Cuyo, el cual se desempeñaba en el año 2014. El club se encontraba ubicado en la capital de la Provincia de Mendoza de la República Argentina. El mismo se caracterizaba y distinguía por aglomerar familias y jugadoras de clase media-alta, con al menos un integrante familiar vinculado laboralmente a la Universidad Nacional de Cuyo, dado que era un requisito excluyente para afiliarse presentar el bono del sueldo de un empleado de la UNCuyo.
El plantel estaba conformado por dieciséis mujeres de entre trece y catorce años. La gran mayoría pertenecía a clases media-alta, pero de igual manera el Club ofrecía becas a chicas que no tuvieran la oportunidad de acceder a pagar la cuota. Lo que llevaba a que el mismo se caracterizará por ser inclusivo sin importar la clase social. Además de esto, el Club UNCuyo, estaba representado por ser familiar e integrador.
En este equipo analizado no había rotaciones constantes, lo que llevaba a que se mantuvieran las mismas jugadoras de años previos, ya que gran parte de las integrantes comenzaban jugando al hockey en la escuelita del Club con siete u ocho años y continuaban su trayectoria dentro de la misma institución. Esto llevaba a que el mismo tuviera un sentido de pertenencia alto.
Por otro lado, el equipo directivo estaba integrado por un director técnico, quien además era el padre de la capitana del equipo. El DT era jugador de hockey de la rama masculina del mismo club, desempeñándose en la primera de la UNCuyo. El mismo poseía preparación pedagógica y conocimiento específico sobre hockey, ya que además de ser jugador de este deporte, era profesor de educación física.
Asimismo, se disponía de un preparador físico que llevaba seis años trabajando en el club con las jugadoras de categorías del plantel superior. Este era profesor de educación física y preparador físico.
Por último, contaban con un ayudante que pertenecía a la 5ta división club,es decir, que tenía 17 años y acompañaba en la parte técnica al DT.
Para comenzar con este ensayo es fundamental comprender la definición de grupo. El autor Schein plantea lo siguiente: “Un grupo psicológico es cualquier número de personas que (1) interactúan unas con otras, (2) que sean psicológicamente conscientes unas de otras y (3) que se perciban a sí mismas como un grupo.” Schein (1982).
Siguiendo con esto mismo, Schein expone que los grupos se pueden dividir en grupos formales e informales. En el equipo seleccionado para el análisis, se observa que es de tipo formal, ya que las integrantes se conformaban deliberadamente para realizar una tarea específica relacionada con la misión organizacional del club. Puntualmente el equipo de la 7ma división conformaba un grupo formal permanente, debido a que en el mismo había continuidad por parte de las jugadoras a lo largo de los años.
En cuanto a la función organizacional de la actividad grupal, esta se centra en la capacidad del grupo para llevar a cabo tareas complejas e interdependientes que no podrían ser realizadas individualmente. En el caso del equipo de hockey de UNCuyo, al ser un deporte colectivo que requiere la participación de once jugadores para competir en el Torneo Federado, resulta evidente que su práctica es imposible de manera individual.
Así mismo, también desempeñan funciones de coordinación y genera vínculo entre varias personas dentro del mismo club, es posible mantener una acción coordinada gracias a la interrelación entre diferentes personas que integran la UNCuyo.
Por último, una de las funciones centrales del equipo de hockey de la Universidad Nacional de Cuyo, era la de actuar como medio de socialización, facilitando la interacción entre los miembros del club. Este aspecto se vincula directamente con la necesidad psicológica de afiliación, la cual es inherente a todos los seres humanos que implica la búsqueda de apoyo moral, afecto y amistad. El sentido de pertenencia generado en el equipo y en el club no solo contribuye a fortalecer la identidad personal de cada jugadora, sino también a consolidar un rol activo dentro de la institución, promoviendo vínculos sólidos y duraderos.
Otra característica que distinguía al club, era la participación activa de las familias. En muchas ocasiones el grupo familiar era el que organizaba eventos sociales como el tercer tiempo, o las cenas de fin de año. Como también, a la hora de realizar viajes interprovinciales o participar en Ligas Deportivas era la familia de cada jugadora que organizaba los viajes en auto, rifas para poder aliviar gastos e incluso pagarle la cuota a alguna jugadora que tuviera dificultades económicas.
Las funciones desempeñadas y la dinámica del club, como se mencionó anteriormente, jugaron un papel clave en la formación de las jugadoras, quienes constantemente estuvieron en contacto con realidades distintas a la suya. Este intercambio de valores promovió una estrecha unión entre la familia y el club. A su vez, las jugadoras adoptaron actitudes provenientes de cada sistema familiar, lo que enriqueció aún más la dinámica del club
Por otro lado, en cuanto a los factores de afiliación, fue fundamental que existiera un consenso entre los objetivos, los métodos y los valores del equipo. Este consenso se lograba con facilidad, ya que el equipo participaba en un torneo federado con el objetivo de estar entre los tres mejores. De esta manera, el propósito de la formación del grupo quedaba claramente definido. Además, la mayoría de las jugadoras compartían los mismos valores fundamentales, como un fuerte sentido de amistad, y con frecuencia priorizaban el bienestar colectivo por encima de los intereses individuales.
Continuando con el autor Schein en el capítulo 10 de su libro Psicología de la Organización, se abordan aspectos clave para comprender el grupo en cuestión. En particular, se profundiza en cómo establecer relaciones intergrupales que fomenten la colaboración en situaciones donde la interdependencia de la tarea convierte la colaboración en un factor esencial.
En este capítulo se hace referencia al autor Sheriff, quien estudió los efectos de la competencia entre grupos. Para este análisis, se hará hincapié en la competencia entre los equipos representativos de cada club dentro del Torneo Federado de Mendoza, disputado entre los meses de marzo y noviembre de 2014.
En el ámbito de la competencia, la 7ma división de la UNCuyo experimentaba un notable cambio en su dinámica grupal al momento de jugar un partido. El equipo se unificaba y adopta un clima de trabajo y competencia, con la meta clara de ganar para ascender en la tabla. La estructura del grupo se organizaba de forma eficiente, y la lealtad hacia los colores del club se incrementaba significativamente. En una entrevista realizada a una de las integrantes del equipo, se mencionó: “Si, obvio que queríamos ganar, nuestro PF siempre nos decía ‘cómo se entrena se juega, venimos acá a ganar’, pero nosotras éramos chiquitas, además de ganar nos queríamos reír, generar momentos con amigas. Cuando arrancaba el partido éramos más amigas que nunca, a la U la hacía fuerte su gente, sentíamos que veníamos a comernos el mundo” (Galleguillo, 2024).
Este cambio en la dinámica grupal es aún más evidente cuando se analiza lo que ocurría entre los equipos competidores. Al pertenecer todos a una misma liga en la Ciudad de Mendoza, la cual es relativamente pequeña, muchas de las adversarias eran conocidas por las jugadoras. Sin embargo, en el transcurso del partido, la amistad dejaba paso a una clara rivalidad: “La mayoría de nosotras conocíamos a las chicas de los otros equipos, íbamos juntas a la escuela o de otras ligas o de la formativa que jugábamos juntas a pesar de diferentes equipos. Pero cuando arrancaba el partido no importaba la amistad, capaz sí sos mi compañera de banco y te veo de lunes a viernes en la escuela y está la mejor, pero dentro de la cancha yo soy de la U y vos sos del otro equipo, corta. Cuando termine nos juntamos en el tercer tiempo y está todo más que bien, pero dentro de la cancha es ganar o ganar” (Galleguillo, 2024).
Este fenómeno se alinea con la teoría que plantea Schein, quien sostiene que en contextos de competencia intergrupal, cada grupo tiende a percibir al otro como un enemigo, y no como un actor neutral. Este proceso de distorsión de la realidad ajena se refleja en los estereotipos que los equipos crean sobre los demás. Por ejemplo, se pueden escuchar comentarios como: “tienen comprado al árbitro, no les cobra nada, son re tramposas”
Ante un contexto de competencia, la rivalidad entre equipos puede generar tensiones internas y externas. Schein propone varias estrategias para mitigar estas tensiones, como identificar un enemigo común y trabajar en objetivos compartidos.
Por ejemplo, antes de enfrentarse a su mayor rival, las jugadoras de hockey acordaban enfocarse en un objetivo común: mejorar su juego defensivo. Durante la semana previa al partido, entrenaban con ejercicios diseñados para reforzar la comunicación en la cancha, lo que no solo mejoraba su desempeño, sino que fortalecia su sentido de unidad.
Otro método planteado por el autor mencionado es el entrenamiento vivencial. Esta estrategia busca que las partes en conflicto examinen su comportamiento, y propone un espacio donde ambos grupos puedan explorar sus relaciones y las percepciones que tienen de cada uno. Luego se comparte esta lista de percepciones que un grupo tiene sobre el otro y posteriormente se realizan actividades de análisis, corrección de los conceptos erróneos y transformación de aquellos que realmente podrían mejorarse.
Con respecto al equipo mencionado, en los momentos previos a competencias importantes, la liga proponía actividades recreativas en las cuales participaban varios equipos de la zona. En el mismo se buscaba no solo entrenar las habilidades de cada jugadora durante clases grupales con diferentes profesores, sino también se trataban temas de convivencia y compañerismo tanto entre el mismo equipo como entre equipos rivales.
Durante las jornadas se proponía a las jugadoras formar grupos de trabajo con personas de diferentes equipos, en donde pudieran realizar juegos o actividades con la finalidad de dejar en evidencia las similitudes que tenían en materia de conceptos, objetivos y percepciones con respecto al deporte que practican. En estas se buscaba también desmentir rumores, y se trataban de corregir percepciones erróneas que existían entre los grupos.
Estas actividades, similares a los entrenamientos vivenciales en su enfoque hacia las percepciones entre grupos, resultaron sumamente efectivas para fortalecer las relaciones, reducir posibles conflictos y fomentar una competencia saludable dentro de la liga.
Por otra parte, retomando los conceptos de la autora Telma Barreiro, quien introduce una perspectiva que permite analizar de qué manera se satisfacen las necesidades de las personas dentro del grupo.
Una de las necesidades fundamentales del ser humano es el deseo de pertenencia, entendido como la necesidad de formar parte de un grupo en el que se compartan valores, objetivos y experiencias. En el caso del equipo de hockey, satisfacer esta necesidad es crucial, ya que contribuye a la construcción de la identidad individual y colectiva, fortaleciendo el vínculo entre las jugadoras y su integración al grupo.
Barreiro plantea que el sentido de pertenencia que se da en un grupo satisface la necesidad de integración social, así como también impulsa en cada individuo el desarrollo de valores, lenguajes y normas que van a formar y moldear su personalidad. Las integrantes del grupo destacan que haber formado parte del mismo les brindó principios y aprendizajes que más allá de lo deportivo, pasaron a formar parte de su personalidad y ayudaron a formarlas a ellas como personas.
La pertenencia al equipo contribuye a:
El desarrollo de la identidad: Durante la adolescencia, la pertenencia al grupo dió lugar a las emociones y al desarrollo de habilidades, lo que colabora a la construcción de la identidad de cada integrante. Al ser un grupo deportivo, las jugadoras comenzaron a integrar el trabajo en equipo, el compromiso y el respeto como guías dentro de la cancha, así también impulsando estos valores fuera de la cancha para el crecimiento personal de cada una.
La construcción de vínculos: El contacto diario entre las integrantes del grupo aumenta la formación de relaciones significativas por fuera del deporte. Durante la adolescencia tienen un rol fundamental los vínculos formados para el bienestar de la persona, todas las horas compartidas semanalmente entre entrenamientos, partidos y momentos de ocio grupal brindan experiencias compartidas que construyen confianza y relaciones entre las jugadoras. La red de contención que significó para cada una de las integrantes del equipo de hockey y las amistades formadas allí permite que ellas tengan un espacio en el que pueden apoyarse y escucharse. Es importante esta red de contención a la hora de pasar dificultades deportivas como derrotas y lesiones, así también será muy valiosa al momento en que cada una deba enfrentar situaciones personales.
La integración de valores: Las normas que se imponen en el campo de juego, los principios que guían el accionar del grupo y los valores compartidos por todos los integrantes del mismo trascienden y marcan la vida de cada integrante del grupo. El sentido de pertenencia hace que se desarrollen valores en cada una que impulsen al grupo y lo cuiden, al igual que a todas sus compañeras.
Además, en el capítulo 3 llamado “Bienestar y malestar dentro del grupo” la autora introduce el concepto de grupo sano, aquí se desarrolla el potencial que los mismos tienen para producir bienestar a sus miembros, así como también para producirles malestar. El caso del grupo de adolescentes que conforma el plantel femenino refleja una situación de grupo sano, en el que prevalece la solidaridad entre las jugadoras, brindando a las mismas un espacio en el que pueden ser ellas mismas sin enfrentarse a situaciones hostiles. Allí se desempeñó una atmósfera comunicativa, en donde hubo apoyo mutuo y un clima de comodidad.
Otro factor determinante a la hora de definirlo como un grupo sano es el clima que se desarrolló en el mismo, en este caso se pudo observar un clima cooperativo, en el que el compañerismo y el bienestar de los miembros es esencial. Una de las integrantes del equipo declaró: “Siempre supe que si yo quería profesionalizarme en el hockey me tenía que cambiar a un club más grande y más competitivo, pero yo buscaba disfrutar el deporte y pasar un buen momento, por eso quedarme en la Universidad era lo mejor. Ahí todas disfrutábamos y éramos amigas, no competíamos entre nosotras”(Galleguillo, 2024). De esta manera podemos confirmar que entre ellas no existía una lucha ni un clima de competencia, sino que se basó en una matriz solidaria que impulsa la cooperación.
La autora plantea que hay dos tipos de matrices que pueden predominar dentro de un grupo: la competitiva y la solidaria. Como nombramos anteriormente, en este equipo predomina una matriz solidaria, caracterizada por el apoyo mutuo y la cooperación, ambos impulsan al grupo a trabajar por el alcance de sus objetivos en conjunto y de manera común.
En un grupo de matriz solidaria puede darse la aparición de una matriz competitiva al comienzo del mismo, hasta el momento en el que el clima comienza a tornarse más cooperativo y solidario, pero este no es el caso del equipo, ya que desde el principio se establecieron relaciones de amistad que dieron paso al compañerismo, la escucha y la ayuda mutua.
Un factor determinante para las integrantes del grupo fue el predominio del ambiente de respeto entre las compañeras de equipo, el cual les proporcionó un ambiente de apoyo y valoración. Allí el respeto se demostraba en el campo y en las relaciones interpersonales del día a día, de esta manera la confianza y la seguridad de todas fue aumentando.
En ese ambiente en donde todas se sintieron comprendidas y acompañadas pudieron fortalecer sus lazos, mejorar su autoestima y construir relaciones genuinas. De esta manera, la matriz cooperativa facilitó una potenciación positiva mutua, en donde el hockey no solo las unió en el campo, sino que también las hizo crecer en muchos aspectos de su vida.
Una de las integrantes expresó: “El equipo me hizo re bien, yo ahí formé muchas amistades, iba a divertirme y sentirme bien. Después de vernos cuatro veces a la semana durante tres años nuestra relación era muy cercana”(Caselles, 2024), refleja de una manera clara como un grupo y el sentido de pertenencia que él mismo genera puede llegar a impactar de maneras altamente gratificantes en sus miembros.
Por otra parte esta matriz solidaria, demuestra también cómo las integrantes del equipo de Hockey lograban construir un ambiente de cohesión y colaboración, en el que cada una actuaba para alcanzar un objetivo común. La unión del equipo se reflejaba en la forma en que las jugadoras se motivaron entre ellas y asumieron responsabilidades compartidas, esto permitió superar los obstáculos que se presentaron a lo largo de cada temporada.
Durante una de las temporadas, una de las integrantes del equipo sufrió una lesión en un entrenamiento que le impidió continuar jugando por varios meses. La ausencia de ella durante toda la temporada causó un malestar tanto al grupo como a esta jugadora individualmente. Ante esta situación todas las jugadoras coordinaron diversas formas de levantar su ánimo, así fue como la jugadora aún estando lesionada podía ir a la cancha a ver jugar a sus compañeras.
Una de las jugadoras expresó: “La lesión de una de las chicas fue difícil para todas, ella era una de las mejores del equipo, pero saber que también jugábamos por ella nos impulsó a darlo todo. Cuando ganábamos un partido nos íbamos a festejar con ella, siempre la hicimos parte de los festejos y los entrenamientos aunque no pudiera jugar.”(Caselles, 2024). Esta experiencia reforzó el compromiso de cada integrante, consolidando así la cohesión grupal, ya que todas compartían el propósito en común de alcanzar el éxito.
Tal como nos mencionaba la jugadora, a la hora de que alguna de las integrantes del grupo hubieran sufrido alguna lesión, se encargaban de visitarla, darle ánimos y recordarla en la cancha a la hora de jugar. En la acción de acompañar a su amiga lesionada se evidencian los valores de la empatía, atención y cooperación que representan al grupo, elementos claves para un buen desarrollo grupal.
Continuando con la génesis de la matriz vincular es importante destacar que la composición del equipo de la UNCuyo se desempeñaba de forma cohesionada debido a la historia vincular previa de varias jugadoras, que como mencionamos anteriormente, llevaban dos o tres años compartiendo equipo. Las historias previas incidían de forma positiva a la hora de configurar la matriz vincular.
Así mismo el entorno institucional, cultural y social en el cual se desempeñan las jugadoras del equipo compartía algunas características que influyen en su relación, la mayoría de las jugadoras asistía a colegios preuniversitarios, pertenecientes a la misma institución: Universidad Nacional de Cuyo. Esto demarcaba una clase social bastante similar en la mayoría de las jugadoras. Sin embargo, como mencionamos anteriormente, algunas de las jugadoras recibían becas para jugar en el club , lo cual las ubica en un contexto socioeconómico diferente, perteneciendo a clases sociales más bajas. A pesar de estas diferencias, se logró una integración en los códigos compartidos de lenguaje y valores, así como también en la carga de esperanzas y frustraciones. De esta manera se logró una integración del equipo que lo hizo funcionar de manera cohesionada.
Por último otro aspecto a destacar es la figura de autoridad de quien lo dirige, ya que el DT del equipo también era una personalidad destacada del club y ya había entrenado al grupo en ocasiones anteriores. Es importante destacar que el entrenador era el padre de la capitana del equipo, tenía un vínculo cercano fuera de la cancha con las jugadoras, ya que al ser un grupo de adolescentes vivenciaron muchas actividades sociales en conjunto e incluso en el mismo domicilio del DT. El lazo cercano que compartían con el director técnico también contribuyó a la solidez del equipo, aumentando de esta manera su cohesión.
CONCLUSIÓN
A modo de cierre, se establece que la cohesión grupal y la amistad que se fundamenta entre las jugadoras de la UNCuyo fueron esenciales para el desarrollo del equipo y el éxito del mismo. Esto generó un sentido de pertenencia en el equipo que demostró ser un factor clave. Además la conexión entre las jugadoras fortaleció el compromiso genuino hacia los objetivos colectivos, fortaleciendo tanto la cohesión social como el desempeño deportivo.
Este ambiente permitió que cada integrante encontrara en el grupo un espacio de apoyo mutuo y crecimiento personal, donde valores como la solidaridad y la empatía se integraron de manera natural a su práctica deportiva.
Más allá de los logros en competencias, el equipo se destacó por su capacidad para mantener una dinámica grupal saludable y sostenible en el tiempo. Este enfoque, centrado en relaciones significativas y en el esfuerzo compartido, contribuyó a un desarrollo integral que impactó positivamente en las jugadoras, tanto dentro como fuera del ámbito deportivo. Así, el éxito no solo se definió por los resultados en el campo, sino también por la solidez de un grupo que priorizó el respeto y el compromiso mutuo.
BIBLIOGRAFÍA
BARREIRO, T. (2000). Las personas en el grupo: sus necesidades. Cap. 2 de Trabajos en grupo. Novedades Educativas, Buenos Aires.
BARREIRO, T. (2000). Las personas en el grupo: sus necesidades. Cap. 3 de Trabajos en grupo. Novedades Educativas, Buenos Aires.
SCHEIN, Edgar H. (1982). Estructura y función de los grupos. Cap. 9 de Psicología de la Organización. Editorial Prentice, México.
SCHEIN, Edgar H. (1982). Estructura y función de los grupos. Cap. 10 de Psicología de la Organización. Editorial Prentice, México.
El presente ensayo, titulado “El sentido de pertenencia como motor de rendimiento del equipo de hockey de la UNCuyo” aborda el análisis de un equipo de hockey femenino de la Ciudad de Mendoza compuesto por adolescentes.
En este se analiza la manera en la que el deporte colectivo impacta no solamente a nivel físico sino también en el crecimiento personal y social de cada una de sus integrantes. Teniendo en cuenta además, que en la etapa de la adolescencia las dinámicas grupales en el contexto deportivo son esenciales para inculcar valores de empatía, trabajo en equipo colaborativo y solidaridad.
La hipótesis de la cual se plantea el trabajo es el sentido de pertenencia generado dentro del equipo de hockey de la 7ma división del club UNCuyo contribuye significativamente al rendimiento del grupo, tanto en su cohesión social como en su desempeño deportivo.
A partir de los aportes teóricos de Edgar H. Schein y Telma Barreiro, se analizarán aspectos como la definición de grupo, la competencia entre equipos y la construcción de un clima grupal saludable. Además, se explorará cómo las dinámicas de este equipo fomentan un sentido de pertenencia y contribuyen al desarrollo de valores sociales esenciales.

DESARROLLO
El grupo seleccionado para llevar a cabo el siguiente ensayo es el equipo de hockey de la 7ma división del club Universidad Nacional de Cuyo, el cual se desempeñaba en el año 2014. El club se encontraba ubicado en la capital de la Provincia de Mendoza de la República Argentina. El mismo se caracterizaba y distinguía por aglomerar familias y jugadoras de clase media-alta, con al menos un integrante familiar vinculado laboralmente a la Universidad Nacional de Cuyo, dado que era un requisito excluyente para afiliarse presentar el bono del sueldo de un empleado de la UNCuyo.
El plantel estaba conformado por dieciséis mujeres de entre trece y catorce años. La gran mayoría pertenecía a clases media-alta, pero de igual manera el Club ofrecía becas a chicas que no tuvieran la oportunidad de acceder a pagar la cuota. Lo que llevaba a que el mismo se caracterizará por ser inclusivo sin importar la clase social. Además de esto, el Club UNCuyo, estaba representado por ser familiar e integrador.
En este equipo analizado no había rotaciones constantes, lo que llevaba a que se mantuvieran las mismas jugadoras de años previos, ya que gran parte de las integrantes comenzaban jugando al hockey en la escuelita del Club con siete u ocho años y continuaban su trayectoria dentro de la misma institución. Esto llevaba a que el mismo tuviera un sentido de pertenencia alto.
Por otro lado, el equipo directivo estaba integrado por un director técnico, quien además era el padre de la capitana del equipo. El DT era jugador de hockey de la rama masculina del mismo club, desempeñándose en la primera de la UNCuyo. El mismo poseía preparación pedagógica y conocimiento específico sobre hockey, ya que además de ser jugador de este deporte, era profesor de educación física.
Asimismo, se disponía de un preparador físico que llevaba seis años trabajando en el club con las jugadoras de categorías del plantel superior. Este era profesor de educación física y preparador físico.
Por último, contaban con un ayudante que pertenecía a la 5ta división club,es decir, que tenía 17 años y acompañaba en la parte técnica al DT.
Para comenzar con este ensayo es fundamental comprender la definición de grupo. El autor Schein plantea lo siguiente: “Un grupo psicológico es cualquier número de personas que (1) interactúan unas con otras, (2) que sean psicológicamente conscientes unas de otras y (3) que se perciban a sí mismas como un grupo.” Schein (1982).
Siguiendo con esto mismo, Schein expone que los grupos se pueden dividir en grupos formales e informales. En el equipo seleccionado para el análisis, se observa que es de tipo formal, ya que las integrantes se conformaban deliberadamente para realizar una tarea específica relacionada con la misión organizacional del club. Puntualmente el equipo de la 7ma división conformaba un grupo formal permanente, debido a que en el mismo había continuidad por parte de las jugadoras a lo largo de los años.
En cuanto a la función organizacional de la actividad grupal, esta se centra en la capacidad del grupo para llevar a cabo tareas complejas e interdependientes que no podrían ser realizadas individualmente. En el caso del equipo de hockey de UNCuyo, al ser un deporte colectivo que requiere la participación de once jugadores para competir en el Torneo Federado, resulta evidente que su práctica es imposible de manera individual.
Así mismo, también desempeñan funciones de coordinación y genera vínculo entre varias personas dentro del mismo club, es posible mantener una acción coordinada gracias a la interrelación entre diferentes personas que integran la UNCuyo.
Por último, una de las funciones centrales del equipo de hockey de la Universidad Nacional de Cuyo, era la de actuar como medio de socialización, facilitando la interacción entre los miembros del club. Este aspecto se vincula directamente con la necesidad psicológica de afiliación, la cual es inherente a todos los seres humanos que implica la búsqueda de apoyo moral, afecto y amistad. El sentido de pertenencia generado en el equipo y en el club no solo contribuye a fortalecer la identidad personal de cada jugadora, sino también a consolidar un rol activo dentro de la institución, promoviendo vínculos sólidos y duraderos.
Otra característica que distinguía al club, era la participación activa de las familias. En muchas ocasiones el grupo familiar era el que organizaba eventos sociales como el tercer tiempo, o las cenas de fin de año. Como también, a la hora de realizar viajes interprovinciales o participar en Ligas Deportivas era la familia de cada jugadora que organizaba los viajes en auto, rifas para poder aliviar gastos e incluso pagarle la cuota a alguna jugadora que tuviera dificultades económicas.
Las funciones desempeñadas y la dinámica del club, como se mencionó anteriormente, jugaron un papel clave en la formación de las jugadoras, quienes constantemente estuvieron en contacto con realidades distintas a la suya. Este intercambio de valores promovió una estrecha unión entre la familia y el club. A su vez, las jugadoras adoptaron actitudes provenientes de cada sistema familiar, lo que enriqueció aún más la dinámica del club
Por otro lado, en cuanto a los factores de afiliación, fue fundamental que existiera un consenso entre los objetivos, los métodos y los valores del equipo. Este consenso se lograba con facilidad, ya que el equipo participaba en un torneo federado con el objetivo de estar entre los tres mejores. De esta manera, el propósito de la formación del grupo quedaba claramente definido. Además, la mayoría de las jugadoras compartían los mismos valores fundamentales, como un fuerte sentido de amistad, y con frecuencia priorizaban el bienestar colectivo por encima de los intereses individuales.
Continuando con el autor Schein en el capítulo 10 de su libro Psicología de la Organización, se abordan aspectos clave para comprender el grupo en cuestión. En particular, se profundiza en cómo establecer relaciones intergrupales que fomenten la colaboración en situaciones donde la interdependencia de la tarea convierte la colaboración en un factor esencial.
En este capítulo se hace referencia al autor Sheriff, quien estudió los efectos de la competencia entre grupos. Para este análisis, se hará hincapié en la competencia entre los equipos representativos de cada club dentro del Torneo Federado de Mendoza, disputado entre los meses de marzo y noviembre de 2014.
En el ámbito de la competencia, la 7ma división de la UNCuyo experimentaba un notable cambio en su dinámica grupal al momento de jugar un partido. El equipo se unificaba y adopta un clima de trabajo y competencia, con la meta clara de ganar para ascender en la tabla. La estructura del grupo se organizaba de forma eficiente, y la lealtad hacia los colores del club se incrementaba significativamente. En una entrevista realizada a una de las integrantes del equipo, se mencionó: “Si, obvio que queríamos ganar, nuestro PF siempre nos decía ‘cómo se entrena se juega, venimos acá a ganar’, pero nosotras éramos chiquitas, además de ganar nos queríamos reír, generar momentos con amigas. Cuando arrancaba el partido éramos más amigas que nunca, a la U la hacía fuerte su gente, sentíamos que veníamos a comernos el mundo” (Galleguillo, 2024).
Este cambio en la dinámica grupal es aún más evidente cuando se analiza lo que ocurría entre los equipos competidores. Al pertenecer todos a una misma liga en la Ciudad de Mendoza, la cual es relativamente pequeña, muchas de las adversarias eran conocidas por las jugadoras. Sin embargo, en el transcurso del partido, la amistad dejaba paso a una clara rivalidad: “La mayoría de nosotras conocíamos a las chicas de los otros equipos, íbamos juntas a la escuela o de otras ligas o de la formativa que jugábamos juntas a pesar de diferentes equipos. Pero cuando arrancaba el partido no importaba la amistad, capaz sí sos mi compañera de banco y te veo de lunes a viernes en la escuela y está la mejor, pero dentro de la cancha yo soy de la U y vos sos del otro equipo, corta. Cuando termine nos juntamos en el tercer tiempo y está todo más que bien, pero dentro de la cancha es ganar o ganar” (Galleguillo, 2024).
Este fenómeno se alinea con la teoría que plantea Schein, quien sostiene que en contextos de competencia intergrupal, cada grupo tiende a percibir al otro como un enemigo, y no como un actor neutral. Este proceso de distorsión de la realidad ajena se refleja en los estereotipos que los equipos crean sobre los demás. Por ejemplo, se pueden escuchar comentarios como: “tienen comprado al árbitro, no les cobra nada, son re tramposas”
Ante un contexto de competencia, la rivalidad entre equipos puede generar tensiones internas y externas. Schein propone varias estrategias para mitigar estas tensiones, como identificar un enemigo común y trabajar en objetivos compartidos.
Por ejemplo, antes de enfrentarse a su mayor rival, las jugadoras de hockey acordaban enfocarse en un objetivo común: mejorar su juego defensivo. Durante la semana previa al partido, entrenaban con ejercicios diseñados para reforzar la comunicación en la cancha, lo que no solo mejoraba su desempeño, sino que fortalecia su sentido de unidad.
Otro método planteado por el autor mencionado es el entrenamiento vivencial. Esta estrategia busca que las partes en conflicto examinen su comportamiento, y propone un espacio donde ambos grupos puedan explorar sus relaciones y las percepciones que tienen de cada uno. Luego se comparte esta lista de percepciones que un grupo tiene sobre el otro y posteriormente se realizan actividades de análisis, corrección de los conceptos erróneos y transformación de aquellos que realmente podrían mejorarse.
Con respecto al equipo mencionado, en los momentos previos a competencias importantes, la liga proponía actividades recreativas en las cuales participaban varios equipos de la zona. En el mismo se buscaba no solo entrenar las habilidades de cada jugadora durante clases grupales con diferentes profesores, sino también se trataban temas de convivencia y compañerismo tanto entre el mismo equipo como entre equipos rivales.
Durante las jornadas se proponía a las jugadoras formar grupos de trabajo con personas de diferentes equipos, en donde pudieran realizar juegos o actividades con la finalidad de dejar en evidencia las similitudes que tenían en materia de conceptos, objetivos y percepciones con respecto al deporte que practican. En estas se buscaba también desmentir rumores, y se trataban de corregir percepciones erróneas que existían entre los grupos.
Estas actividades, similares a los entrenamientos vivenciales en su enfoque hacia las percepciones entre grupos, resultaron sumamente efectivas para fortalecer las relaciones, reducir posibles conflictos y fomentar una competencia saludable dentro de la liga.
Por otra parte, retomando los conceptos de la autora Telma Barreiro, quien introduce una perspectiva que permite analizar de qué manera se satisfacen las necesidades de las personas dentro del grupo.
Una de las necesidades fundamentales del ser humano es el deseo de pertenencia, entendido como la necesidad de formar parte de un grupo en el que se compartan valores, objetivos y experiencias. En el caso del equipo de hockey, satisfacer esta necesidad es crucial, ya que contribuye a la construcción de la identidad individual y colectiva, fortaleciendo el vínculo entre las jugadoras y su integración al grupo.
Barreiro plantea que el sentido de pertenencia que se da en un grupo satisface la necesidad de integración social, así como también impulsa en cada individuo el desarrollo de valores, lenguajes y normas que van a formar y moldear su personalidad. Las integrantes del grupo destacan que haber formado parte del mismo les brindó principios y aprendizajes que más allá de lo deportivo, pasaron a formar parte de su personalidad y ayudaron a formarlas a ellas como personas.
La pertenencia al equipo contribuye a:
El desarrollo de la identidad: Durante la adolescencia, la pertenencia al grupo dió lugar a las emociones y al desarrollo de habilidades, lo que colabora a la construcción de la identidad de cada integrante. Al ser un grupo deportivo, las jugadoras comenzaron a integrar el trabajo en equipo, el compromiso y el respeto como guías dentro de la cancha, así también impulsando estos valores fuera de la cancha para el crecimiento personal de cada una.
La construcción de vínculos: El contacto diario entre las integrantes del grupo aumenta la formación de relaciones significativas por fuera del deporte. Durante la adolescencia tienen un rol fundamental los vínculos formados para el bienestar de la persona, todas las horas compartidas semanalmente entre entrenamientos, partidos y momentos de ocio grupal brindan experiencias compartidas que construyen confianza y relaciones entre las jugadoras. La red de contención que significó para cada una de las integrantes del equipo de hockey y las amistades formadas allí permite que ellas tengan un espacio en el que pueden apoyarse y escucharse. Es importante esta red de contención a la hora de pasar dificultades deportivas como derrotas y lesiones, así también será muy valiosa al momento en que cada una deba enfrentar situaciones personales.
La integración de valores: Las normas que se imponen en el campo de juego, los principios que guían el accionar del grupo y los valores compartidos por todos los integrantes del mismo trascienden y marcan la vida de cada integrante del grupo. El sentido de pertenencia hace que se desarrollen valores en cada una que impulsen al grupo y lo cuiden, al igual que a todas sus compañeras.
Además, en el capítulo 3 llamado “Bienestar y malestar dentro del grupo” la autora introduce el concepto de grupo sano, aquí se desarrolla el potencial que los mismos tienen para producir bienestar a sus miembros, así como también para producirles malestar. El caso del grupo de adolescentes que conforma el plantel femenino refleja una situación de grupo sano, en el que prevalece la solidaridad entre las jugadoras, brindando a las mismas un espacio en el que pueden ser ellas mismas sin enfrentarse a situaciones hostiles. Allí se desempeñó una atmósfera comunicativa, en donde hubo apoyo mutuo y un clima de comodidad.
Otro factor determinante a la hora de definirlo como un grupo sano es el clima que se desarrolló en el mismo, en este caso se pudo observar un clima cooperativo, en el que el compañerismo y el bienestar de los miembros es esencial. Una de las integrantes del equipo declaró: “Siempre supe que si yo quería profesionalizarme en el hockey me tenía que cambiar a un club más grande y más competitivo, pero yo buscaba disfrutar el deporte y pasar un buen momento, por eso quedarme en la Universidad era lo mejor. Ahí todas disfrutábamos y éramos amigas, no competíamos entre nosotras”(Galleguillo, 2024). De esta manera podemos confirmar que entre ellas no existía una lucha ni un clima de competencia, sino que se basó en una matriz solidaria que impulsa la cooperación.
La autora plantea que hay dos tipos de matrices que pueden predominar dentro de un grupo: la competitiva y la solidaria. Como nombramos anteriormente, en este equipo predomina una matriz solidaria, caracterizada por el apoyo mutuo y la cooperación, ambos impulsan al grupo a trabajar por el alcance de sus objetivos en conjunto y de manera común.
En un grupo de matriz solidaria puede darse la aparición de una matriz competitiva al comienzo del mismo, hasta el momento en el que el clima comienza a tornarse más cooperativo y solidario, pero este no es el caso del equipo, ya que desde el principio se establecieron relaciones de amistad que dieron paso al compañerismo, la escucha y la ayuda mutua.
Un factor determinante para las integrantes del grupo fue el predominio del ambiente de respeto entre las compañeras de equipo, el cual les proporcionó un ambiente de apoyo y valoración. Allí el respeto se demostraba en el campo y en las relaciones interpersonales del día a día, de esta manera la confianza y la seguridad de todas fue aumentando.
En ese ambiente en donde todas se sintieron comprendidas y acompañadas pudieron fortalecer sus lazos, mejorar su autoestima y construir relaciones genuinas. De esta manera, la matriz cooperativa facilitó una potenciación positiva mutua, en donde el hockey no solo las unió en el campo, sino que también las hizo crecer en muchos aspectos de su vida.
Una de las integrantes expresó: “El equipo me hizo re bien, yo ahí formé muchas amistades, iba a divertirme y sentirme bien. Después de vernos cuatro veces a la semana durante tres años nuestra relación era muy cercana”(Caselles, 2024), refleja de una manera clara como un grupo y el sentido de pertenencia que él mismo genera puede llegar a impactar de maneras altamente gratificantes en sus miembros.
Por otra parte esta matriz solidaria, demuestra también cómo las integrantes del equipo de Hockey lograban construir un ambiente de cohesión y colaboración, en el que cada una actuaba para alcanzar un objetivo común. La unión del equipo se reflejaba en la forma en que las jugadoras se motivaron entre ellas y asumieron responsabilidades compartidas, esto permitió superar los obstáculos que se presentaron a lo largo de cada temporada.
Durante una de las temporadas, una de las integrantes del equipo sufrió una lesión en un entrenamiento que le impidió continuar jugando por varios meses. La ausencia de ella durante toda la temporada causó un malestar tanto al grupo como a esta jugadora individualmente. Ante esta situación todas las jugadoras coordinaron diversas formas de levantar su ánimo, así fue como la jugadora aún estando lesionada podía ir a la cancha a ver jugar a sus compañeras.
Una de las jugadoras expresó: “La lesión de una de las chicas fue difícil para todas, ella era una de las mejores del equipo, pero saber que también jugábamos por ella nos impulsó a darlo todo. Cuando ganábamos un partido nos íbamos a festejar con ella, siempre la hicimos parte de los festejos y los entrenamientos aunque no pudiera jugar.”(Caselles, 2024). Esta experiencia reforzó el compromiso de cada integrante, consolidando así la cohesión grupal, ya que todas compartían el propósito en común de alcanzar el éxito.
Tal como nos mencionaba la jugadora, a la hora de que alguna de las integrantes del grupo hubieran sufrido alguna lesión, se encargaban de visitarla, darle ánimos y recordarla en la cancha a la hora de jugar. En la acción de acompañar a su amiga lesionada se evidencian los valores de la empatía, atención y cooperación que representan al grupo, elementos claves para un buen desarrollo grupal.
Continuando con la génesis de la matriz vincular es importante destacar que la composición del equipo de la UNCuyo se desempeñaba de forma cohesionada debido a la historia vincular previa de varias jugadoras, que como mencionamos anteriormente, llevaban dos o tres años compartiendo equipo. Las historias previas incidían de forma positiva a la hora de configurar la matriz vincular.
Así mismo el entorno institucional, cultural y social en el cual se desempeñan las jugadoras del equipo compartía algunas características que influyen en su relación, la mayoría de las jugadoras asistía a colegios preuniversitarios, pertenecientes a la misma institución: Universidad Nacional de Cuyo. Esto demarcaba una clase social bastante similar en la mayoría de las jugadoras. Sin embargo, como mencionamos anteriormente, algunas de las jugadoras recibían becas para jugar en el club , lo cual las ubica en un contexto socioeconómico diferente, perteneciendo a clases sociales más bajas. A pesar de estas diferencias, se logró una integración en los códigos compartidos de lenguaje y valores, así como también en la carga de esperanzas y frustraciones. De esta manera se logró una integración del equipo que lo hizo funcionar de manera cohesionada.
Por último otro aspecto a destacar es la figura de autoridad de quien lo dirige, ya que el DT del equipo también era una personalidad destacada del club y ya había entrenado al grupo en ocasiones anteriores. Es importante destacar que el entrenador era el padre de la capitana del equipo, tenía un vínculo cercano fuera de la cancha con las jugadoras, ya que al ser un grupo de adolescentes vivenciaron muchas actividades sociales en conjunto e incluso en el mismo domicilio del DT. El lazo cercano que compartían con el director técnico también contribuyó a la solidez del equipo, aumentando de esta manera su cohesión.
CONCLUSIÓN
A modo de cierre, se establece que la cohesión grupal y la amistad que se fundamenta entre las jugadoras de la UNCuyo fueron esenciales para el desarrollo del equipo y el éxito del mismo. Esto generó un sentido de pertenencia en el equipo que demostró ser un factor clave. Además la conexión entre las jugadoras fortaleció el compromiso genuino hacia los objetivos colectivos, fortaleciendo tanto la cohesión social como el desempeño deportivo.
Este ambiente permitió que cada integrante encontrara en el grupo un espacio de apoyo mutuo y crecimiento personal, donde valores como la solidaridad y la empatía se integraron de manera natural a su práctica deportiva.
Más allá de los logros en competencias, el equipo se destacó por su capacidad para mantener una dinámica grupal saludable y sostenible en el tiempo. Este enfoque, centrado en relaciones significativas y en el esfuerzo compartido, contribuyó a un desarrollo integral que impactó positivamente en las jugadoras, tanto dentro como fuera del ámbito deportivo. Así, el éxito no solo se definió por los resultados en el campo, sino también por la solidez de un grupo que priorizó el respeto y el compromiso mutuo.
BIBLIOGRAFÍA
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BARREIRO, T. (2000). Las personas en el grupo: sus necesidades. Cap. 3 de Trabajos en grupo. Novedades Educativas, Buenos Aires.
SCHEIN, Edgar H. (1982). Estructura y función de los grupos. Cap. 9 de Psicología de la Organización. Editorial Prentice, México.
SCHEIN, Edgar H. (1982). Estructura y función de los grupos. Cap. 10 de Psicología de la Organización. Editorial Prentice, México.